Viaje a Madrid. Paradas de ida y vuelta (I) Ágreda

1.- Vista general

Vista general del caserío donde destacan, además de su privilegiada ubicación,  las siluetas de iglesias y palacios

A modo de introducción

Tengo sobre la mesa dos libros especialmente notables en la literatura de viajes del siglo XX: Castilla, de Azorín, publicado en 1912 y Viaje a la Alcarria, de Camilo José Cela, escrito a finales de 1947. Ambos textos, en lenguajes tan personales y distintos, nos relatan las andanzas de los autores por Castilla la Vieja, el primero, y la comarca de la Alcarria, hoy parte de Castilla La Mancha, el segundo. Los dos hicieron su recorrido de forma premiosa, sea en autobús o ferrocarril, visitaron ciudades y pueblos, se hospedaron en ventas, posadas y fondas, hablaron con los vecinos y contemplaron campos de cereal con escasa cosecha, hermosos paisajes, poblaciones decadentes y mucha amabilidad y hospitalidad.

La Castilla y la Alcarria de Azorín y Cela responden a una España ya desaparecida, la primera todavía sumida en la crisis existencial derivada de la pérdida de Cuba y Filipinas en 1898, y la segunda inmersa en una dura posguerra que todavía perduraría algunos lustros. El turismo entonces era cosa de extranjeros, intelectuales o excéntricos y la preocupación fundamental de los vecinos era llevarse algo a la boca y tirar para adelante.

3.- Azulejo

Azulejo. La imagen es tan modesta como representativa. las tres culturas presentes en el callejero de las casas

Hoy, pese a las dificultades y la dureza de una crisis que da la sensación de que ha venido para quedarse, la situación es bien distinta. Somos una potencia turística mundial, 70 millones de personas nos visitarán durante 2016, el turismo supuso un 11% del Producto Interior Bruto (PIB) de España en 2015 y, dadas las dificultades geopolíticas del mundo, nuestro país se ofrece como lugar seguro para pasar unas vacaciones. Y esto no solo en el turismo de sol y playa, sino también en el de interior, con atención especial a las rutas culturales, paisajísticas y gastronómicas.

Fruto del desarrollo y de la mejora social y cultural, el viaje es hoy también una actividad en alza entre nosotros. Los navarros, junto a vascos, catalanes y madrileños estamos a la cabeza en viajes realizados y dinero gastado, lo cual es una prueba más de nuestro desarrollo. La proliferación de guías de viaje no es sino la constatación de esta realidad.

Pero frente a la actitud de Azorín o Cela, nuestros viajes no son en general premiosos y contemplativos. Tendemos más bien a lo contrario: visitar muchas ciudades, recorrer muchos kilómetros y hacerlo en un reducido número de días. En consecuencia, nos limitamos a picotear algunos lugares de algunas ciudades para decir a continuación que conocemos España o cualquier otro país que apenas hemos entrevisto.

Nos sucede lo mismo en nuestro ámbito más cercano. Estoy seguro que muchos de los que leerán este líneas habrán estado en Madrid. ¿Quién no ha viajado a la capital de España por motivos de trabajo, estudio, familia u ocio? Ahora bien, serán muchos menos, por no decir muchísimos, los que hayan pasado una y otra vez por la puerta de ciudades y pueblos del camino sin haberse parado nunca en ninguno, a excepción de un café o un bocadillo en Medinaceli o el 103, antigua venta de Almadrones. ¡Pues no saben ustedes lo que se han perdido!, porque la ruta Pamplona-Madrid, vía Soria y Guadalajara conserva algunas poblaciones especialmente interesantes.

Pero, afortunadamente, esto todavia tiene remedio. El objetivo de esta serie, que constará de seis entregas este verano, es paliar este desconocimiento, sugerir algunas visitas y animarles a disfrutar de lugares que les esperan a la vera de la carretera. Llegar pronto es lo más rápido, pero no lo más aconsejable. Tómense su tiempo y disfruten. Ágreda, Soria, Almazán, Medinaceli, Guadalajara y Alcalá de Henares les esperan. ¡Feliz viaje!

Ágreda

4.- Ayuntamiento

La sobria belleza del edificio renacentista del Ayuntamiento es ejemplo del esplendor experimentado por la villa en el siglo XVI. La oficina de información se encuentra situada a pie de calle.

No les ha pasado sólo a ustedes. También puedo hablar en primera persona. He ido a Madrid decenas de veces, vía Ágreda, Ólvega y Almazán, por la carretera conocida como “la ruta de los navarros”. Pues bien, a diferencia de las otras poblaciones, que las conozco bien por parar con frecuencia en ellas, en Ágreda no había estado nunca hasta este año. Aunque no es excusa, dos cosas ayudan a pasar de largo por la población: el escaso tiempo recorrido desde la salida y el aspecto poco sugestivo que ofrece la antigua carretera que la cruza. A ello se ha añadido en los últimos tiempos un problema adicional. La sempiterna por inconclusa autovía de Navarra, que un día unirá Medinaceli con Tudela, tiene en funcionamiento un tramo como variante, lo que nos aleja todavía un poco más del núcleo urbano. Pero la desangelada estampa que se ofrece a nuestra vista, cambia radicalmente una vez estamos en la población.

A la vera del Moncayo

Desde el cruce a Fitero, Ablitas y Cascante, una vez pasado Cintruénigo y en pleno valle del Ebro, la carretera comienza a empinarse leve y continuadamente. Con el Moncayo al fondo, dejamos Navarra, atravesamos durante algunos kilómetros La Rioja, con Valverde como población de referencia, y entramos en la provincia de Soria, antigua Castilla la Vieja de nuestros mapas infantiles, hoy Comunidad Autónoma de Castilla y León. El paisaje se transforma en un abrir y cerrar de ojos y llegados a la planicie soriana, Ágreda se ofrece de forma recatada a nuestros ojos, recostada a la vera del Moncayo. Situada en un lugar estratégico, entre la depresión del Ebro y la meseta castellana, supone un paso inmejorable en el sistema ibérico. Ayer lugar de paso y tierra de frontera, hoy es puerta de acceso de las gentes de Aragón, Navarra y La Rioja a tierras de Castilla y Madrid.

5.- Palacio de los Castejones y jardin renacentista

Palacio de los Castejones. Hermosa foto que condensa la síntesis artística de la villa. En primer término, el jardín renacentista del palacio de los Castejones, el gran edificio civil de Ágreda

Pero si uno se acerca un poco más y deja la autovía o la carretera generaL comprueba que la orografía de la vieja población es especialmente apropiada para la defensa. Aunque la zona conoció la presencia de celtíberos y romanos, Ágreda entra en la historia propiamente dicha en la época de la dominación musulmana. Fue bastión de la frontera con los reinos cristianos entre los siglos VIII al XI. En estos siglos, el promontorio rocoso de La Muela y el Barrio Moro fueron dos baluartes casi inexpugnables. Conquistada por Alfonso el Batallador en 1119, pasó a manos aragonesas hasta que en 1134, a la muerte de éste, Alfonso VII la incorporó definitivamente a la Corona de Castilla.

De este siglo XII datan sus tres barrios de San Miguel, Santa María de la Peña y San Juan, con sus respectivas e iniciales iglesias románicas, Cada uno de estos barrios se dotó de muralla interior, además de la muralla general que defendía el conjunto de la población. En torno a 1140 se forma la Comunidad de Villa y Tierra de Ágreda, favorecidos sus habitantes con privilegios, franquicias, exenciones y fueros.

Ágreda esencial. La ciudad de las tres culturas

Pasear por Ágreda hoy, con sus escasos 3.000 habitantes, es acercarse a una villa con un patrimonio artístico de primer nivel, que bien merece su catalogación de Conjunto Histórico-Artístico. No hay un solo estilo desde el siglo VIII hasta nuestros días que no tenga una muestra representativa. Pero, a mi juicio, más interesante que los monumentos individualmente considerados, es el conjunto y su emplazamiento. Pasear por sus calles; recorrer el Barrio Moro con sus lienzos de muralla y su centro de interpretación; observar el espectáculo milenario de las huertas árabes situadas en bancales; topar con la sinagoga, hoy convertida en restaurante; visitar sus primitivas iglesias románicas ampliamente rtemodeladas en los siglos siguientes; extasiarse con las crucerías estrelladas de la basílica de la Virgen de los Milagros; recibir una información profesional y precisa sobre la población en la oficina de turismo, sita en el elegante edificio renacentista del Ayuntamiento; descubrir el palacio de los Castejón con sus hermoso jardines renacentista y barroco; y caminar pausadamente al convento de las concepcionistas siguiendo la huella de su fundadora e hija más ilustre, Sor María de Jesús de Ágreda, son algunas de las muchas posibilidades que la villa ofrece.

Cuando terminen la visita, estoy seguro que compartirán la misma reflexión que yo hice: ¿Pero cómo es posible que hayamos olvidado una población que lo da todo sin pedir casi nada a cambio? No queda sino disfrutar y agradecer a los muchos voluntarios que atienden palacios e iglesias su disposición y su amabilidad.

Sor María de Ágreda, personaje singular

7.- La dama de azul

La Dama azul. Cartel del acto celebrado el pasado año en la Universidad de St. Mary´s en Texas

Nuestra monja nació en la villa de Ágreda en 1602. La peculiar familia, compuesta por padre, madre, dos hermanos y dos hermanas, decidió separarse y entrar en religión. Los tres varones ingresaron en distintas órdenes religiosas, mientras que la madre y las dos hijas fundaron un convento en su propia casa. En 1627, Sor María de Jesús de Ágreda fundó el convento de la Inmaculada Concepción del que fue nombrada abadesa a las 25 años de edad por dispensa papal, cargo que ostentó hasta su muerte en 1665.

Sor María pertenece a la saga de místicas españolas más conocidas y fue una importante escritora de literatura religiosa. Su obra cumbre es la Mística Ciudad de Dios, en la que narra la vida de la Virgen María. Pese a no salir nunca del convento de Ágreda fue consejera del rey Felipe IV con el que mantuvo una nutrida correspondencia a lo largo de 22 años. Más exótica si cabe es su faceta evangelizadora. Mediante el don de la bilocación (fenómeno paranormal, sobrenatural o divino, según el cual una persona u objeto estaría ubicado en dos lugares diferentes al mismo tiempo), sor María fue vista repetidas veces por los indios de Nuevo México, Tejas y Arizona donde preparaba a los indígenas para su bautismo por los misioneros. Allí era conocida como la Dama azul por el color del hábito conventual. Hoy, y a consecuencia de ello, la villa de Ágreda está hermanada con el Estado de Nuevo México en los Estados Unidos de América.

En el convento que ella fundó podemos admirar su iglesia, el cuerpo incorrupto de la Venerable y un pequeño museo de su vida y obra de gran interés artístico, histórico y devocional.

Para saber más

ALCALDE CRESPO, G., Ágreda, Ayuntamiento de Ágreda, Edilesa, 2005. Una guía actualizada, útil y bien editada de la población.

FERNÁNDEZ GRACIA, R., Arte, devoción y políica. La promoción de las artes en torno a sor María de Ágreda, Diputación Provincial de Soria, Soria, 2002. Excelente estudio del profesor Fernández Gracia en el marco del IV centenario del nacimiento de Sor María de Jesús.

SIERRA, J., La dama azul, Planeta, Barcelona, 1998. Primera novela del famoso escritor, basada en las bilocaciones de sor María de Jesús y sus predicaciones a los indígenas de Nuevo México.

 

 

 

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